Hoy fui a la playa y en vez de arena había nieve. En vez de palmas habían pinos. Porque era Canadá y no era Cuba. Y en Canadá hay frio. Y la playa no es ni siquiera una playa, porque aquí en Ottawa, donde vivo, lo único que hay es rio.
Simplemente, le decimos playa al estrecho de arena que bordea al rio, porque en alguna estación que no es justo esta, hay gente que viene aquí en sus bikinis y pasa un día de playa como lo pasamos los cubanos allá en nuestro Caribe.
Al bajarme del carro, las botas tocaron escarcha, en vez de bikini, me dirigí al agua vestida de oso hambriento con un gordo abrigo.
Y mi corazón trató de irse a donde siempre él trata. A Cuba. A mi Varadero. A mis playas del Este de la Habana. Pero hoy mi alma me haló de tal regreso y me explicó, que para vivir en el presente solo tenemos que estar vivo y con los pies en algún piso.
Hoy mis pies tocaban piso Canadiense, y tocando fui las maderas que encontré al paso por tener salud para estar viva y vivir este momento, que es muy mío. Mi alma, por primera vez, quiso irse más allá del frio. Porque para rebasar tristezas no hay otra que tratar de ver del otro lado de la lágrima.
Del otro lado de este frio, yo vivo en un país donde el aire que respiro no es lo único que es libre. Y mientras debajo de mis botas crujía la escarcha que me llevaba a la playa que no es playa, recordé que debajo de esa escarcha hay un suelo del que no me echan por el mero hecho de yo ser nativa del lugar.
Recordé que de regreso a casa, otra suerte por la que tocar la madera de estos pinos, me espera un plato fuerte y un vino canadiense de esos que hacen en el Niágara. Y una computadora de las que no venden allá, que me permite conectarme con lectores de todas partes de este mundo, para decirles: Hola, hoy fui a la playa, y soy libre. Y eso en Cuba, aunque hay playas, no lo haría porque no hay internet para esos lujos, ni soy libre.
Pensando en esos temas me di cuenta, que aunque no quise, mi corazón se salió con la suya. Mi corazón siguió atando todos mis cabos a mis raíces, a mis dolores, a mi Cuba. Con la única diferencia, que en este justo evento fue todo con un tono menos torturante. Porque ante el frio colosal, mi corazón no regresó al verano. No me regresó a lo caliente de mis playas, ni a lo alegre que son los cubanos, ni a todo lo lindo que extraño de mi Cuba.
Hoy, cada crujir de botas me regresó a la gran pregunta que se hacen alguna vez todos los cubanos que viven fuera de cuba: Y yo qué diablos pinto aquí? Y a la gran pregunta que todo el mundo nos hace cuando nos conoce: Y tu, por qué te fuiste?
Y fui feliz con la respuesta que encontré más allá del frio. Pues en esta vida uno logra ser feliz, solo cuando sueña con un corazón realista.
Por Jocy Medina
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Soy cubana de la Habana y vivo en Houston, USA. Salí hace 3 años, 5 meses y 5 días, y sólo ahora que te encontré es que he entendido lo que me pasa. Gracias hija por esos momentos agradables que paso leyéndote. Dios te bendiga!
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Dios te bendiga a ti Sonia. Veo que haz contado bien los días… en eso me he visto yo tantas veces… y te confieso algo, no se quita.
Un abrazo inmenso!
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Hay un dicho que dice así «Uno no es donde nace, si no donde pace» Pero no es cierto uno es donde nace, yo personalmente he vivido en distintos sitios desde que nací, y con el tiempo volví a mis raíces, desde entonces sigo aquí y no tengo intención de volver salir, excepto de vacaciones. Ojala con el tiempo puedas volver a tu Cuba y vivir allí como estas viviendo ahí. Saludos.
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Ojala amigo. Ojala.
Un saludo y un abrazo inmenso.
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Jocy, tú como siempre, arañando justo donde nos duele… abrígate bien y sueña, sueña con los pies en la tierra
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un abrazote! me alegra mucho!
Si! Aquí soñando con un pie en el aire y otro bien firme en en la tierra 🙂
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