Los cubanos son súper atentos con las mujeres y a las cubanas nos encanta eso. El mundo los tilda de machista, pero más bien, yo los tildo “pro-mujeres”. Porque si los tiramos contra el significado de machismo «una actitud de violencia o prepotencia de los hombres con relación a las mujeres» podemos inmediatamente descartar al cubano de esa lista.

En Cuba pasa algo interesante que el mundo confunde con machismo, y es lo siguiente:

Si las mujeres por doquier son inteligentes, las cubanas son un genio. Son ellas quienes han moldeado este tipo de tipo de hombre pro-mujer, que no existe como tal en ningún otro lado del planeta. Las cubanas imponen ciertos patrones del machismo en sus parejas como un modo de asegurar que sean felices, ellos, ellas y que funcione la pareja. A ella por ejemplo, les gusta el hombre que provee porque cree que el hombre no arriesga en lo que invierte, halaga la hombría de su hombre porque no se siente menos que él, complace mucho de sus gustos porque espera que todos los gustos suyos queden satisfechos.

A la cubana no le gusta el hombre machista. A ella le gusta el hombre pro-ella.

En este juego, el resultado ha sido un hombre que se siente fiel a sus tendencias masculinas, porque ella bien que las alimenta. A cambio, tienen a su lado un hombre que sabe que tiene que arreglársela para hacerla feliz y complacerla en todo, o casi todo, lo que quieran ellas.

Y si el cubano “saca la patica” muy lejos de estos patrones ella entonces lo llama machista, lo cual para una cubana eso quiere decir que él no es pro-ella. En la novela “María Mariposa” una historia de amor que retrata la cultura cubana, María le dice a Camilo, “el machismo lo inventamos nosotras para poder tener algo de que culparlos cuando no hacen lo que queremos”. Y cuando en Cuba una mujer le echa en cara a un cubano que es machista, él en el fondo, sabe que está metido en un gran lío de pareja.

Es un juego que funciona, porque no es que los cubanos sean machistas, es que las cubanas saben cómo ser femeninas (Lea «Cubanas: Un feminismo inteligente» aquí)

Si uno se pone a analizar, regresando a los 90s, el auge del turismo sexual en Cuba lo dio esa gracia que tiene las cubanas para hacer sentir a los hombres especiales y para ser en extremo femeninas. Viviendo en otros países me ha dado mucha gracia ver hombres por el mundo que se casaron con cubanas, creyeron se llevaban una chica sumisa y tonta de quien aprovecharse fácil. ¡Qué fiasco se llevaron cuando finalmente comprendieron que esa chica es fuerte, independiente, femenina, inteligente y que en casa se hace lo que dice ella!

¿El resultado? Los cubanos como hombres, son lo máximo:

• Como hijo: No hay hombre de la tierra que quiera más a su madre y sus hermanas que un cubano. La familia lo exige y lo impone desde que el niño toca tierra. La mujer cubana entiende eso y sabe el valor de “entrar” en la familia del marido como un modo de asegurar que ese hombre esté a su lado y haga de todo por la de ella.
• Como marido: No hay marido en el mundo que complazca y corteje a su mujer con más gusto que un cubano. Eso es algo que la cubana exige desde el que se dan el primer beso hasta el último día de casados. Ella trabaja y gana lo mismo que un hombre haciendo el mismo trabajo, pero ella exige que ese hombre provea para la casa tal como dictaba la genética del tiempo de las cavernas. En otras palabras, que si va a la tienda, sea el marido que le compre el perfumito y la tanguita para ella sentirse complacida y bella.
• Como padres: Los cubanos, si te aman, saben ser padres sea suyo el hijo o de tu pasado. Más que padre, son amigos, son ídolos, son dioses. Los abuelos cubanos ni se diga, esos sí que son lo máximo.
• Como hombre de casa: El es quien manda en casa siempre que tenga el permiso y un consejo de ella. Si la mujer así lo quiere, el cubano es quien cocina (como el padre de María Mariposa, él es quien cocina y Estela su mujer trabaja de maestra).

Está claro que, todo lo perfecto viene con defectos. Que no sean machistas no quiere decir que sean ángeles. Pero si me preguntas a mí, como pareja, yo prefiero de este malo que otros malos.

Por Jocy Medina

Para «Un Pedacito de Cuba»

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