Rumbo a la Habana, María sujetaba los cucuruchos vacíos con una mano, y jugaba con el cucurucho del Cosmonauta con la otra.

  • Si sigues tocándome así, nos vamos a meter contra una palma. – Le dijo Camilo tratando de controlar el Jipi.
  • ¿Qué parte de mi cuerpo te gustó más, Cosmonauta? – Dijo María recogiendo su mano.
  • Entera, pero esos senos…
  • Ay, los hombres y los senos.
  • Si. Los senos son la carnada, pero no lo que nos engancha. El anzuelo que es desearnos. No nos vamos.
  • ¿Y tu mujer, Cosmonauta, ella te desea?
  • Sí. Matarme. Mis regresos a casa son mitad para pelearme y mitad para que chapee el patio. Suerte que el ron y Fito existen.

Justo al bajar el telón de Matanzas y subirse el de la Habana, María notó cuán rápido el gris del asfalto reemplazó el verde que había reinado en todo el viaje._No hay motor de un avión que nos lleve

  • Llegamos a la Habana.
  • Ya entiendo por qué el “Período Especial” ha traído tanta hambre aquí. Aquí no hay donde sembrar nada. !Y en el cemento no crecen mangos!

Desde la ventanilla María también notaba que el sol de la Habana, en vez de ocuparse de su única tarea, que era calentar, también se dedicaba a acosar a la gente que llevaba horas a lo largo de la carretera esperando algo en que irse. Un hormigueo humano miraba los carros pasar con ojos de querer saltarles dentro. Ni las densas nubes de humo negro que brotaban de los camiones los desanimaban para correr hacia ellos cuando paraban. Aisladas del hormigueo, pasarelas de lindas mujeres mejor vestidas que las ricas de las revistas, sacaban la mano para coger botella con algún turista, pero las bajaban cuando pasaba el Jipi militar. Una línea de carros de extranjeros, iban a paso lento como niños por vidriera enamorados de todos los juguetes que veían, tratando de escoger la que le gustara más.

  • Yo me imaginaba a las jineteras feas como brujas y vestidas de vampiras.
  • Son vampiras a la billetera, pero bellas si son.
  • Cual de todas te gusta más, a ver.
  • Esta que tengo al lado que me lleva medio loco.

Un azul, que olía al imán del mar se coló por entre las brechas de humo negro que dejaban los camiones.Señalando a una franja azul Prusia en los bajos del cielo, Camilo le dijo a María que allá estaban las Playas del Este de la Habana, precisando que eran las únicas playas de la Habana que valían la pena, y como buen Matancero que era añadió: “de arena blanca, pero nunca como la de Varadero”.Al escuchar playa, María recordó las de Holguín, donde al final de la tarde solo quedaban parejas en lo hondo regalando la sal de su sexo al mar, y de esa idea fue que nació el próximo deseo de María

  • Cosmonauta. Yo quiero hacer el amor en el agua.

Las dinamitas de María ni por error no mataban a Camilo. Y como si las ruedas del Jipi se hubieran sincronizado a los deseos de ella, la “botella” a la Habana tomó rumbo a la playa.

En el pedazo más turquesa y más aislado que Camilo encontró, María más húmeda que el mismo mar, engrampó sus pies alrededor de la cintura de Camilo y revolvió el océano con su desorden. Las ráfagas de cálidas corrientes jugueteaban entre las piernas de Camilo mientras ella saltaba a gusto sobre él. Luego de Camilo regalar la sal de su sexo al agua, María soltó sus pies buscando ponerlos sobre la arena, pero como no alcanzaba se quedó enganchada del cuello de él.

  • En 4 días, cuando cumpla mis 22 y esté apagando las velas de mi cake, en vez de pedir un deseo, voy a darte las gracias. – Dijo María.
  • ¿Gracias por qué?
  • Porque has cumplido mucho más allá de los deseos que iba a pedir en mi cumpleaños.
  • ¿Entonces se te acabaron los deseos?
  • No, me queda uno.
  • ¿Cuál?
  • Llegar a un orgasmo.

La culpa se tragó el ego de Camilo al oír ese último deseo. Su próxima parada fue para llamar a un amigo del trabajo que podía resolverle hospedaje en alguna casa de descanso para militares. Como no era verano, la estación no estorbó para conseguir 5 días en una casita, con vista a la tranquila turquesa de Guanabo.feliz 2

La insípida morada ofreció amplio espacio para el reto. Dedicado a encontrar los puntos cardinales del cuerpo de María que generaban los mejores corrientazos, le pidió a María que no gimiera hasta que los gemidos fueran enteramente involuntarios.

  • ¿Y cómo se que es el orgasmo?
  • Llegarás a un punto irreversible donde la frecuencia de pequeñas explosiones de placer aumenta tanto que culmina en un espasmo.

Los gemidos de María sirvieron de mapa a Camilo. Y de los carnavales de orgasmos que vivió, María sintió que todos culminaban diferente, hasta los de una misma tarde.

  • Mil disculpas María por el sexo sin orgasmos de las dos primeras veces. – Dijo Camilo
  •  ¡Ay, y mira que sudabas, pero al final yo, nada!
  • Es que, para satisfacer a una mujer no hay que sudar, hay que saber. Cada mujer es una ciudad, y solo explorándola se aprende.
  • Pues, bienvenido a mi ciudad Cosmonauta. Ahora, quiero hacerlo tantas veces que si nazco otra vez, no nazco virgen.

Los 5 días demoraron lo que una peseta da de canción._No hay motor de un avión que nos lleve (2)

Ya con el ego de Camilo nuevamente intacto y el último deseo de María cumplido, fue que ella sacó el sobre con la dirección de la tía, para que Camilo la llevara allá.

(Continuará)

Jocy Medina, Para «Un Pedacito de Cuba»

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2 comentarios sobre “Habana Dura (7): Entrar a la Habana (contenido erótico)

  1. Hola mi amiga Jocy, al final de este capítulo se nos pregunta a los lectores sobre nuestras opiniones en cuanto al nivel de lo explícito del contenido erótico. Bueno, diría yo que hiciste muy bien. Después de tantos años de escenas de sexo muy explícitamente representadas en novelas y películas, ya nosotros los cinéfilos y lectores quedamos saciados de todo esto. Especialmente en películas, los directores tendrán que confundir la absurdez con la creatividad para regalarnos nuevas maneras de hacer este acto natural y esencial. En mi opinión, lo mejor es crear un ambiente cargado de ese deseo primitivo del ser humano y mantenerlo hasta que el lector mismo lo sienta y sabe a ciencia cierta lo que se va a desencadenar, y por allí lo explícito se deja a un lado. Nunca hay necesidad de describir el orgasmo, sea con tsunamis, cohetes, gruñidos, terremotos o cualquier otro artilgio que nunca logra describir lo indescribable.

    Un lector fiel,
    Richard

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    1. Buena esa visión Richard. Me gusta lo primitivo del tema. Me gustan las escenas implícitas más que la explícitas. Decirlo todo sin decir la palabra. Y gracias miles por lo de fiel. Es lindo tenerlo cerca. Alegra este mundo de la escritura que puede que sea aislado pero nunca solitario. Un abrazo. J

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