Me hirió a morir, y aun así me ama. Me ama tanto como yo lo hiero todavía de este lado. Porque no existen ápices de dios, ni dioses en pedazos. Solo existe un Dios en este duelo.
Decir que no lo amo sería quedarme sin mentiras. Llenar sus globos con la míos. Quedarme con copias de sus huellas para tener algo suyo con que hacer las mías.
No éramos dos, éramos tantos. Jamás nos separamos, aunque hace tanto ya vivimos lejos.
Hoy es él dentro de mí lo que soy yo en él, si fuéramos fantasmas. El no es otro, sino yo, pero distinto.
Existimos dentro del instinto. Quizás ahora mismo él canta este estribillo que yo estoy silbando. Porque hablamos, más que con palabras, con las tripas. ¿Por qué no vas y le preguntas? Yo te doy su respuesta antes que tú vengas azorado y me la digas.
Perderlo no quiso decir no poseerlo en mis entrañas. Lo perdí como pierde un pedazo la pared donde siempre queda el hueco. Donde solo ese pedazo que cayó encaja. Quizás todo se hizo trizas al caer al suelo.
Da igual. Porque yo sé que al otro lado de ese espejo a que llamamos “esta vida”, nosotros vamos de la mano. Yo le tiro piedras al espejo y no llego al otro lado. Quizás para ser tan intensamente feliz se necesita un lado oscuro donde tirar escombros.
Aquí somos los escombros.
Nos vi tirados en aquella pesadilla, una de esas torturantes realidades vistas mientras dormimos. Quizás “esta vida” es el cuarto de los trastes para que ellos – él y yo – seamos eternos en el otro lado de mis sueños.
Jocy Medina
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Wow Jocy, que lindo describes la experiencia de muchos, incluida la mia. Felicidades!
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Dios te bendiga siempre y sigas cultivando esa cultura Cubana que llevaras dentro por siempre.
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Gracias Blanquita, un beso y bendiciones! Jocy
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