Frente al Malecón, la gigantesca oficina de Intereses de los Estados Unidos en la Habana no ondeaba la bandera americana. Por medio siglo Cuba los había dejado estar allí, pero les había prohibido que lo anunciaran con una bandera. Lo colosal del edificio, sin embargo, no dejaba que nadie que transitara la avenida obviara su presencia.

Yo apostaba todo que justo en esos momentos, el gigantesco edificio rebullía de la cantidad de oficiales americanos que redactaban cables a Washington sobre todo lo que se trasmitía por la radio y televisión cubana acerca de la noticia. Cables llenos de predicciones de lo que podría pasar a raíz de tal acercamiento, sobre la llegada a Cuba de los espías. La más ocupada de todas las sesiones, seguramente, la de economía. Allí a los analistas le dolían los dedos de tanto que se decía en Cuba sobre el levantamiento del bloqueo.3411937677_9c41afed9a_b

En las oficinas, cientos de americanos seguramente debatían lo que acababan de anunciar sobre la amistad con Cuba. Pero si asomaban por las ventanas del edificio, aun podían ver las hileras de banderas cubanas que ondeaban con la fuerza del viento que traia el Malecon, recordándoles a todos que no importa que noticia dieran, ese suelo era de Cuba.

Señalando a la Oficina de Intereses, le comenté a Dennis que ahí trabajaban los pocos americanos que había en Cuba.

  • ¿Si?, yo pensaba que a los americanos les prohibían venir a Cuba. –dijo Dennis.
  • A los americanos en general se lo prohíben, pero a los que trabajan aquí si los dejan pues representan intereses del gobierno americano. Algún día esa será la embajada de los americanos en Cuba, la sede de relaciones diplomáticas que acababan de anunciar en la radio.

Alguien detuvo la mano de Dennis que al parecer iba a sacar una cámara por la ventanilla para tirarle una foto, avisando que de hacerlo en vez de a casa de abuela, podríamos ir presos. En la Habana no había ni fresco. Dennis se tomaba las últimas gotas de agua que quedaban en el pomo.

  • Ay que comprar agua que en casa de tu abuela no hay, dijo alguien en el carro que vio a Dennis sacudiendo el pomo de agua casi vacío sobre su boca abierta.

El carro frenó frente a una tiendita menos despintada que la primera pero con más cola. No se podía entrar aun porque ya había 3 personas dentro de la tienda. Me paré detrás de un señor canoso a quien la cola parecía interesarle poco, pero quería hablar con alguien sobre la noticia. Conversaba con un joven, al cual le interesaba más las nalgas de la mulata que iba delante de él, que lo que le decía el viejo.

  • ¡Qué lástima que esto haya pasado cuando ya yo tengo 70 años! De haber pasado en mis 30s no hubiese tenido que vivir toda una vida sin mi hija, que se fue jovencita a Miami. Un barco vino por la madre y se la llevó sin mi permiso. Sabrá Dios que les pasó allá en Miami que no supe más nunca de ellas.
  • Ahora eso barcos regresan repletos de americanos pa´aca mi viejo. Seguro que su hija viene un uno de ellos.
  • Quizás ya tengo nietos que ya son hombres y mujeres.
  • Hasta sus nietos viran pa´acá mi viejo, olvídese de eso. Ese baboseo de Obama es porque el mundo por ahí esta “jodío” y los americanos quieren un rinconsito tranquilito donde ir a descargar, con mulaticas como esta que te sofoquen el caballo. Oíste mami, por si te quieres montar en mi caballo, me lo tienes sofocao vieja.

El viejito abandonó la cola cuando escuchó que el joven hasta salivaba al decirle eso a la mulata. Detrás de mi marcó un hombre gigante, de muchas cadenas de oro en el cuello. Sin yo terminarle de decir yo era la última, vio que conocía al de adelante de mi, y extendió su mano sobre mi cabeza para tocarle el hombro. Un infierno, lo que traía en aquel sobaco.

  • ¡Albertico-men, a gastar plata que se acabó el bloqueo! – fue el saludo de Señor Infierno cuyo vozarrón hizo retumbar la acera.
  • Nah, no se acabó nada mostruo, mira la mulata esta como me tiene to bloqueao. Ni me mira. Mami, dice Obama que hay que ir haciendo relaciones. – Respondió el de adelante salivando entre cada una de las oraciones.
  • Háblale inglés men, que esa mulata es de exportación.
  • Mamita “wariskain, luki luki mi caballo, goodbye bloqueo” …

Suerte de Dios para la mulata que salió uno de la tienda y le tocó entrar a ella. A mí me tocó entrar con Albertico y señor infierno. Como yo solo quería agua, la joven con blusita muy apretadita detrás del mostrador le sirvió primeros a ellos.

  • Mami, dame todo el ron que queda en el cuchitril este, que cuando me despierte de la borrachera mañana, esto aquí va a ser un casino, máquinas de juegos por todos lados, y mis manos van a estar abriéndote todos esos botones. – dijo Señor Infierno mirando hacia la blusita de la joven.

Los botones se querían disparar solos al oír eso y yo creo que cuando vieron el billete de 50CUC que sacó señor infierno para su compra, dos o tres botones se abrieron. Albertico se llevó una botella y dos TuKolas. Yo, un pomo grande de agua, loca por acabar de llegar a casa de abuela.

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Continuará…

Por Jocy Medina, para un Pedacito de Cuba

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Amigos del Enemigo”: Es una novela diario que retrata lo que se sintió en los barrios Cuba a raíz de reanudarse las relaciones entre dos grandes y viejos enemigos (Cuba y Estados Unidos). Ofrece vívidas imágenes de cubanos en medio de su lucha existencial por ser feliz, en una sociedad que se hunde en los oscuros pozos del turismo sexual, la prostitución, las carencias, la violencia, las restricciones y el auge del uso de las drogas. Son historias que a golpe de amor, ron, baile, y sexo, no solo reflejan crudas realidades de la actualidad cubana sino también la alegría, coraje, picardía e inteligencia de los cubanos para salir adelante. Es una historia que explora lo que podía pasar en Cuba a raíz de las nuevas relaciones con los Estados Unidos, a través de opiniones que se balancean entre la esperanza y desesperanza de que en Cuba la situación mejore.

Para los que aman a Cuba: Promueva el arte cubano. Comparta esta novela con sus amigos!

 

Un comentario sobre “Amigos del enemigo (4): Adiós bloqueo, segun los cubanos

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