Iba yo escalera arriba a reanudar mi siesta, cuando Luisa, la santera del barrio, entró a la casa. Ella, que tiene arte para comerse todas las «s» cuando habla, y pocos dientes para comérselas, hace reír de solo saludar a alguien. Pero ese día Luisa no traía ánimos de risa.
- ¿Mijita llegaste? – me preguntó. Volé escalera abajo para ir a abrazarla. Aunque collares le sobraban, le dije que le había traído unas gangarrias y que en cuanto abriera las maletas se las llevaba a cas
- Te enteraste. – me preguntó con impaciencia.
- ¡Si, me enteré!
- Hoy es día de San Lázaro, pero yo me levanté con la luz de Oshun, – gritó apuntando al cielo. Oshun me dijo clarito que esto iba a pasar! Yo hace se lo vengo pidiendo. Porque yo le pido a mis santos cosas buenas para todo el mundo. Yo le pedí a Oshun que regresara a los 5 y viste, concedió. Y le pedí a Chango que los americanos se dejaran ya de piki-piki con Cuba y viste, concedió. Le prometí un carnero a Oshun si concedía esto y ahí lo tengo. Porque si yo prometo, yo doy.
Abuela fue a hacerle un café a Luisa sin preguntar si ella quería. Yo le invité a que entrara y se sentara a conversar.
- Lo próximo que voy a pedir es que se acaben las enfermedades. El dengue, cólera, el Ebola ese. ¿Hasta dónde vamos a llegar?
- Luisa, si los santos te conceden todo eso, en vez de un carnero, hay que por lo menos darles un elefante.
- Y si me lo conceden, les doy el elefante. Se lo voy a pedir a Ogun. Porque los santos me dicen que los Americanos vienen y traen Ebola para acá. Esa enfermedad te destruye por dentro. Porque esa enfermedad…
Luisa hizo una larga pausa, la cual yo no me atrevía a interrumpir. Se puso muy seria, y de ojos cabreados antes de continuar la idea.
- Esa enfermedad es «del África». Porque los africanos se comían al mono, y el mono se la pasó al hombre para que no se lo comiera más. Y así es como el hombre se enfermó por dentro. Y los santos me dicen que esta vez los americanos no traen guerra. !No! No es guerra. Traen Ebola. Me dicen que esa enfermedad viene a aniquilarnos a todos aquí en Cuba. La traen para acá gente de uniforme. Yo le voy a pedir a Ogun que no…
Cada átomo mío quería corregirle a Luisa su versión de cómo había surgido la enfermedad, pero mi abuela que ya venía con la bandejita de café, me abrió los ojos para que ni me atreviera.
- Y cómo estás tú, Luisa. – pregunté en cuanto hizo su próxima pausa.
Luisa a garró una tasita, y su garganta nos dejó saber que le había costado tragarse el primer buche. Se levantó del asiento, y dio dos vueltas en el mismo lugar antes de encontrar como decir lo que tenía que decir.
- Yo estoy mal. Porque los americanos son un problema. Yo tengo a mi nieta presa.
- ¿Cómo que presa? – pregunté asicada.
- ¡Trancada! –gritó Luisa- Está en una unidad de mujeres en Artemisa. Su padre, le envió pasaporte falso de allá de Miami, y un billete de avión para que se fuera por Ecuador. La cogieron y la mandaron para acá. ¡Trancada! Y los americanos nada más sacan la cara por los cubanos que pisan tierra americana. Los demás que se mueran tratando de llegar allá.
Luisa sacudía su cabeza y daba aún más vueltas, como queriendo que el ajetreo la hiciera despertar de aquel momento horrible.
- No. La linda Ana María. ¿La bailarina? – le pregunté.
- Esa misma. Andamos en cuestiones de abogados para sacarla pero la cosa no se mueve. Por papeles falsos le echan 2 años, pero en el juicio salió con 9 meses. Yo pedí a los santos por su libertad completa, no por 9 meses. ¿Qué es lo que le pasa a estos santos? – dijo dando 3 aplausos – o pedí que no fuera al tanque, que antes de pasarle algo a ella que me pasara a mí.
Luisa nunca había llorado, por lo menos no delante de mí. Y como pasa cuando lloran las mujeres fuertes, quien la mira no sabe qué decir. El silencio de mi abrazo se lo dijo todo.
- ¿Qué más puedo hacer, a que santo más pedirle para que mi Ana María no termine presa?
- Luisa, yo tú me olvidaría del Ebola por ahora y enfocaría todos tus santos en liberar a Ana María.
Continuará…
Por Jocy Medina
“Amigos del Enemigo”: Es una novela diario que retrata lo que se sintió en los barrios Cuba a raíz de reanudarse las relaciones entre dos grandes y viejos enemigos (Cuba y Estados Unidos). Ofrece vívidas imágenes de cubanos en medio de su lucha existencial por ser feliz, en una sociedad que se hunde en los oscuros pozos del turismo sexual, la prostitución, las carencias, la violencia, las restricciones y el auge del uso de las drogas. Son historias que a golpe de amor, ron, baile, y sexo, no solo reflejan crudas realidades de la actualidad cubana sino también la alegría, coraje, picardía e inteligencia de los cubanos para salir adelante. Es una historia que explora lo que podía pasar en Cuba a raíz de las nuevas relaciones con los Estados Unidos, a través de opiniones que se balancean entre la esperanza y desesperanza de que en Cuba la situación mejore.