—Contenido erótico. Por favor no lea si es sensible— El corazón de María bombeaba al ritmo del bajo cuyo volumen crecía al llegar al cuarto de olor a madera-lavanda que ella bien conocía. Las paredes en extremo frías denotaban que además de subir la música él había, a propósito, bajado la temperatura.
David le sirvió un vaso de agua con hielo a María, y para él un vaso con whiskey. Y con sus ojos clavados en lo pálido que lucía ella sentada sobre la sobrecama negra, David explicó todo con una palabra.
- Desvístete.
- ¡Ave María! ¡Tenemos que hablar David! – dijo sintiendo que del frío sus labios casi ni se abrían.
- No te escucho.
David fue al butacón de felpa azul de la esquina de su cuarto para, mientras tomaba su whiskey, mirar a María con cara de “obedece”.
- David, ¿qué es esto? – preguntó María.
- David no cambiaba su expresión intransigente, dentro de la cual María leía “aberración”, o algo parecido a lo que siente un hombre que no te quiere, pero te quiere.
- Si me desvisto, ¿podemos hablar? – precisó María.
- Al tenerla enteramente desnuda entre él y el aire que la congelaba, David descansó su whiskey en una mesa, y con calma fue a donde María.
- Convencida que el juego era una mera revancha del ego, María prosiguió a quitarse todo lo que traía en su cuerpo. Más que David, la suerte le había estado pasando la misma ficha toda la noche, y se creyó afortunada de que era David, y no Rogelio, quien en unos minutos, la vería desnudarse.
- Mira a mis ojos. Porque en este juego, si me pierdes de vista pierdes – dijo David.
- Fue a donde un armario que guardaba lo que causaría en María el dolor del que hablaba. Sacó algo macizo, color carne. Un pene de goma que luego colocó dentro del vaso con hielo que le había servido a ella. Y un látigo como el que usaban en su pueblo para azotar caballos.
- ¿Pero, de qué dolor tú hablas, David? – casi le grita María que no le quedaba célula en su cuerpo sin temblar.
- No te preocupes María, el amor es para siempre. El dolor no.
- ¡Yo quiero conversar!
- Todas las puertas de mi casa están abiertas – dijo David señalando en dirección a la vía libre.
- La palabra con que para este juego es “azul” – dijo David levantándose otra vez – Tu único trabajo es no perderme de vista.
El frío del cuarto había invadido los huesos de María, cuando David le pidió que fuera a la cama donde él le invadiría la piel. Con sus manos, David le pidió a María que abriera sus piernas y que apartara las largas mechas de pelo que no lo dejaban verle los senos. Le pidió también que se masturbara sin quitarle los ojos de encima y sin llegar al final. Explicó que hay ganas que, cuando finalmente se sacian, matan otras diez.
David regresó a su silla, agarró un libro, y se puso a leer. Entrados los 5 minutos, a María se le empezaban a cerrar los ojos de placer y el azul-hambriento de sus pupilas se acercaron al negro-perdido de los de ella. David le dijo: “Lección número uno María, aun cuando yo no estoy, yo estoy. No me pierdas de vista nunca.” David tomó las dos manos de ella, dejando las ganas de venirse de María al rojo vivo. Las ató a la cabecera. Verlo acariciar el látigo trajo a la mente de María el “azul” que él había anunciado podría decir si quería que él parara. Pero “azul” también la enviaría puerta afuera sin poder oír la lección número dos.
Más lento que los latidos de la música, David azotó las piernas de María. Se enfocó en los muslos interiores, al notar que era el área que la hacía retorcerse más. María las cerraba y él, con una calma que amedrentaba, se las volvía a abrir. Azotó hasta que juzgó que el dolor de María se parecía al que él sintió en el estómago el día que la vio salir del hotel en brazos de otro. Y en ese punto, llevó el azul-furioso de sus ojos al negro-apretado de los de ella para explicarle la lección número dos. “Este, María, es el dolor de la traición”.
Y cuando María creyó saber suficiente, David avisó que faltaba una última lección. Saco el pene de goma del vaso y dejó que las congeladas gotas chorrearan sobre el vientre de ella, llevando el helado juguete al rojo vivo de la vagina de ella. “Y este, María, es el frío que siente el corazón cuando uno vende su sexo. Y esto, María, es lo plástico que se siente cuando el pene de un hombre te penetra cuando tu amas a otro”. Sin decir una palabra María aceptó que esa hubiese sido la sensación de haberse dejado penetrar por Rogelio esa noche cuando su corazón era de David.
Regresando el pene de goma al vaso helado, David le recordó que decir “azul”, aún era una opción.
De ahí, David besó los pedazos más rojos que dejaron los azotes en las piernas de ella, subió a donde los labios rojos de María agradecían un beso de él. Con un pene más macizo y más de goma que el del vaso, David se adentró a gusto por las ganas de María, haciendo que nada más para ella fuera “azul”. De hecho, si David le hubiese ofrecido un color para que él no parara nunca, ella lo hubiera gritado en ese instante. Al reventar todos los deseos dentro de ella, David fue al oído de María y él mismo susurró: “Azul”.
Apagó la música, subió la temperatura del aire acondicionado y salió a fumar. En vez de quedarse tirada en la cama como él lo hubiese preferido, María lo siguió a la terraza. Allí, además de nicotina, David recibió la explicación que hacía rato ella le quería dar.
- Yo sé que parecía otra cosa, pero esa noche yo le pedí de favor a un cliente que saliera de brazos conmigo del hotel para que la policía no me llevara. Yo no me iba a una cama con él – le dijo María.
- Que vendas tu cuerpo para mí no cambia nada, pero que mientas al respecto lo cambia todo – respondió David tratando de frenar sus genios.
- Yo no vendo mi cuerpo, David, ¿pero cómo es eso de que si lo vendo para ti no cambia nada?
- Allá en Bolivia mi novia bailaba, y a veces vendía su sexo. Ese era su trabajo pero nunca mintió al respecto. Vivimos dos años de maravilla mientras yo estuve allá. Pero reinó la honestidad.
- ¿Honestidad? Mi baile es un arte, no una forma de prostituirme. Eso es honestidad. Ese día salí del brazo de otro porque tenía miedo salir sola. Y porque tú no estabas.
- ¡Yo si estaba!
- ¡Pero yo no lo sabía! – gritó María.
- Lección número uno: yo siempre estoy, especialmente cuando tú me necesitas. Eso es una relación.
- ¿Una relación? Donde no te importe qué haga yo con mi sexo siempre y cuando te lo diga. ¿Estás seguro que eso es una relación?David se quería comer el cigarro. Las respuestas de María le regresaban el mismo dolor de estómago del día que la vio salir del hotel con otro. Le traía malos recuerdos de su novia allá en Bolivia. Tiró su cigarro a lo lejos sin acabarlo y regresó al cuarto, ya menos frío.
- Perdóname David – dijo ella siguiéndolo – Yo aun no entiendo qué sientes por mí, ni qué quieres de nuestra relación, pero entiendo tu dolor. En tanto yo aprendo, por favor, perdóname por haber salido en los brazos de otro.
- Mi perdón lo tienes. Pero mi confianza no.
- Pero, yo necesito que confíes en mí para que lo nuestro funcione.
- Y yo, necesito cien motivos para volver a confiar en alguien que me ha traicionado.
María misma apagó la luz para no ver el azul-incomprensible que destilaban los ojos de su inglés.
Al otro día, de regreso a la escuela, un bailarín del elenco le confirmó a María que su inglés estaba herido además de confundido, lo cual para los hombres era una combinación letal.
Continuará…
Por Jocy Medina
Lea ésta novela cubana, una historia de amor duro.
Habana Dura relata las aventuras y desventuras de una holguinera que huye a la Habana a hacerse mujer, sin imaginarse cuán difícil la Habana se lo haría. Explora la sexualidad de una joven cubana, que buscando hacerse mujer pierde a borbotones su inocencia. Explica como funciona las relaciones en Cuba, como conquistar una cubana, y cuanto trabajo se pasa para que en relaciones entre cubanos y extranjeros, venza la confianza y el amor. Es un retrato de Cuba en los 90s, pero los pasajes son también un paseo por la cultura cubana en la actualidad. Es un homenaje a una idiosincrasia donde solo a golpe de amor, rabia, ron, sexo y mucha picardía, se sobrevive. Una oda al arte del cubano para -a pesar de las piedras que le tira la vida-, siempre salirse de un problema, victorioso.
Quisiera realizar un viaje en esta año y quiero ver que propuesta o atractivo de un buen hospedaje con todo incluido puedo encontrar
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Hola amiguita me quede enganchada en el capitulo 37, dime como puedo comprarte la novella, yo vivo en Toronto y soy cubna de Holguin. Bendisiones y adelanteCubita.
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Hola Cubana y de Holguin! wow, que honor! pues bendiciones, ya pronto sale, estamos terminando la portada y maquetando el interior del libro! te aviso de seguro!
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