Habana Dura: el espejo de Cuba

Carta a la autora, de Hugues H. Lhérisson 

Hola Jocy,

No se me ha olvidado escribirte mis comentarios sobre Habana Dura. Sin embargo, el ejercicio resultó muy complejo por la cantidad de temas que cubre tu obra. Al principio, leí Habana Dura como un relato sobre el turismo sexual desde el punto de vista de la joven María. Lógico: la gran mayoría de los acontecimientos ocurren en la industria turística de la Habana y en esta novela hay mucho sexo.

La novela describe de manera cruda la cotidianidad de los cubanos en los años noventa, pero también el folclor típico de los países del caribe en donde las grandes y pequeñas tragedias se viven en una mezcla de ron, música, danzas, creencias ancestrales, generosidad y picardía, y la ilusión de un futuro distinto.  

Habana Dura aborda también la situación de los migrantes, muchos de ellos jóvenes, que dejan su provincia natal para buscar una vida mejor en la capital. Nos quejamos, con mucha razón, de las discriminaciones contra los inmigrantes en los países occidentales. Habana Dura nos recuerda otra realidad que ignoramos o que pretendemos no ver, la discriminación que sufren en sus propias tierras los que se muden de la provincia a las áreas urbanas.Casi en las últimas páginas de la novela, me vinieron en la mente: The Catcher in the Rye de J.D. Salinger y la película Les 400 coups de François Truffault. María, al querer salir de su pueblo y volar con sus propias alas, descubrirá algo que vivieron los personajes Holden (The Catcher in the Rye) o Antoine (Les 400 coups) al enfrentarse al mundo de los adultos: los espejismos de este mundo. 
Maria, siendo una joven en medio de adultos, resulta ser la persona más racional, visionaria y con preocupaciones éticas. Por ejemplo, en su relación con Camilo, el coronel y sicólogo, uno se pregunta quién de las dos personas tiene la cabeza sobre los hombros. Descubrirá que ese Camilo no era más que el primer eslabón de una cadena de adultos, ciertos irresponsables, otros con la cabeza en las nubes, pero todos mentirosos y preocupados por el pan cotidiano y las aventuras pasajeras.

En un espacio de tiempo relativamente corto, María vivirá experiencias eróticas intensas, ciertas completas, otras no, lo que incluye lo gozoso y lo horrendo. La obra hace resaltar y denuncia la violencia sexual y el machismo, pero supo distanciarse del moralismo sexual norteamericano basado estrictamente en la dicotomía entre delincuentes y víctimas. El erotismo asumido no es incompatible con el deseo de hacerse algo de dinero. La búsqueda de aventuras, la desilusión erótica, el instinto predador de los odian, aman o que se ilusionan, así como las promesas descabelladas hechas en el momento del goce son cosas de la vida.

María quiso perder la inocencia de manera asumida, hasta organizada, pero se dará cuenta de que esa idea llevaba contradicción en los términos. La vida nos reserva experiencias de todo tipo y nunca uno termina de aprender. Quién, ante desilusiones sentimentales y profesionales, no se ha mirado en el espejo para decirse:

“¡Pero qué pendejo fui! ¿Cómo pude creer en eso que me contaron?”

Todos, sobre todo los inmigrantes, llevamos adentro algo de la inocencia de María, que desea conquistar a la Habana en la que nadie la espera.

Me encantan los autores que tratan de la relación entre jóvenes y adultos para sacar a la luz lo irresponsable que pueden ser esos últimos. Exigimos a los jóvenes, niveles de ética y moral que carecemos. Viéndolo así, Habana Dura relata la pérdida de la inocencia en el contexto precario de la Habana, pero esa realidad la conocen todos los jóvenes, pero no sólo ellos, que viven en un contexto parecido.

Harry
(Hugues H. Lhérisson)

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